Reflexiones sobre la consciencia
Qué define nuestra percepción y entendimiento subjetivo de la realidad y qué implicaciones tiene sobre la manera en que nos relacionamos con otros seres vivos
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Esta entrada está basada en varios escritos, podcasts y entrevistas del PhD y neurocientífico Sam Harris, así como en la Declaración de Nueva York sobre Consciencia Animal de abril de 2024.
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Ahora sí, a lo que vinimos:
En Crecimiento Consciente solemos buscar en la evidencia científica una base sólida para nuestras creencias y acciones. Sin embargo, hoy quiero abordar un tema que, a pesar de los avances de la ciencia, sigue siendo un misterio profundo que, quizás, nunca llegue a ser enteramente resuelto: la consciencia.
¿Qué significa estar consciente? ¿Cómo y en qué punto emerge esa capacidad subjetiva que nos permite percibir el mundo y a nosotros mismos? ¿Y cómo cambia nuestra perspectiva sobre la vida al reconocer la consciencia en otras criaturas, algunas muy diferentes a nosotros?
No pretendo ofrecer respuestas definitivas, sino más bien plantear preguntas que nos inviten a reflexionar. Para ello, me basaré en los planteamientos de Sam Harris, uno de los neurocientíficos y filósofos a los que más admiro por su trabajo, entre otros, en este campo de la consciencia, así como en la reciente Declaración de Nueva York sobre la Consciencia Animal, un documento que buscar ampliar el reconocimiento de la consciencia a un rango más amplio de animales, desafiando nuestro entendimiento sobre la naturaleza de la experiencia subjetiva.
¿Qué es la consciencia?
Definir la consciencia es una tarea compleja que ha generado numerosos debates. Sam Harris, en su intento por clarificar el concepto, se refiere a la consciencia como "sensibilidad", es decir, la capacidad de experimentar subjetivamente el mundo. Apela a la aproximación propuesta por el filósofo americano Thomas Nagel, según la cual una criatura es consciente si "hay algo que se siente" al ser esa criatura.
La consciencia, en este sentido, es la experiencia en primera persona, la percepción del mundo desde un punto de vista subjetivo.
Bajo este entendido, sin embargo, es importante distinguir entre consciencia y comportamiento. Por ejemplo, una persona puede sentir dolor sin manifestarlo externamente (los que sean fanáticos de series médicas, como en mi caso Dr. House, seguramente se habrán cruzado con episodios en donde intentan resolver el denominado síndrome de enclaustramiento). En contraste, podemos programar computadores o robots para que imiten comportamientos complejos, incluso comportamientos que podríamos interpretarse como emocionales, sin que eso implique que los robots sean conscientes. La consciencia, en esencia, es un fenómeno interno, invisible para cualquier observador externo.
A pesar de su naturaleza elusiva, la consciencia es quizás la única certeza que tenemos; o al menos de la que debemos partir. Incluso si viviéramos en una simulación, como en la hipótesis del cerebro en una cubeta, el simple hecho de tener una experiencia, sea cual sea, confirma la existencia de la consciencia, al menos propia.
Ahora, si buscamos la consciencia fuera de nosotros, en el mundo físico, el problema se torna aún más complejo. La mayoría de los científicos cree que la consciencia emerge de la complejidad inconsciente, pero el proceso de esa emergencia sigue siendo un misterio. Nos enfrentamos a sistemas de complejidad creciente, desde organismos unicelulares hasta cerebros humanos. Pero la complejidad por sí sola no garantiza la consciencia. ¿En qué punto de la evolución surge la consciencia? ¿Una bacteria es consciente? ¿Un pez siente dolor? ¿Un perro experimenta emociones? La ciencia aún no tiene respuestas concluyentes para estas preguntas.
Decir que la consciencia apareció en algún punto de la evolución no explica cómo surgió de procesos puramente físicos. Sam Harris compara esta idea con la del Big Bang: la noción de que la consciencia simplemente "apareció" de la nada es muy difícil de comprender.
Y esto nos lleva a especular con que una descripción puramente física, o materialista, quizás nunca logre explicar el fenómeno de la emergencia de la consciencia. Sin embargo, eso no obsta de intentar identificar qué sistemas o, específicamente, seres vivos, comparten este atributo de tener consciencia.