5 principios para alcanzar la excelencia... y sostenerla
Un estudio de la mentalidad de los mejores en su disciplina
Crecimiento en breve:
La excelencia no se define por un logro puntual, sino por la búsqueda de la mejora continua. El verdadero objetivo es progresar cada día, no sólo alcanzar la cima.
Enfócate en el proceso más que en el resultado. Dedícate a las pequeñas acciones que te acerquen a tus metas y los resultados llegarán de forma natural.
La intensidad puede ser engañosa. La verdadera maestría se construye con la consistencia, con la disciplina de aparecer día tras día y hacer el trabajo, sin importar cuán pequeña sea la acción.
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Ahora sí, a lo que vinimos:
Hace escasos dos días, Tadej Pogačar se consagró campeón mundial de ciclismo en ruta, poniéndole la guinda a una temporada histórica, en donde, contra todos los paradigmas del entrenamiento deportivo moderno, logró imponerse, con solvencia y holgura, en las dos más grandes vueltas ciclistas del año, el Giro de Italia y el Tour de Francia, y en la que puede ser la carrera de un día más dura de la temporada (aunado a un puñado más de victorias en otras competiciones).
Es, sin lugar a dudas, el deportista que hoy por hoy más sigo y admiro. No sólo por su increíble talento, autenticidad, arrojo y espíritu deportivo, sino especialmente por su sencillez y sentido de gratitud, por su gracia en la derrota y su generosidad en la victoria. Es, más que un portento atlético generacional, un ser humano integral; un caso digno de estudiar.
Y como Pogačar, también he estudiado otros casos de excelencia en el deporte, como los de Kílian Jornet, Kristian Blummenfelt, Michael Phelps, Tiger Woods, Michael Jordan, Jan Frodeno, en fin. A decir verdad, me apasiona estudiar los casos de maestría en todos los campos.
Me encanta leer biografías de grandes líderes, científicos, filósofos y empresarios con el objetivo de comprender la mentalidad y los principios que caracterizan a esas personas que empujan los límites de la capacidad humana, que dan testimonio sobre el enorme potencial que alberga nuestra especie.
Hoy quiero compartir con ustedes algunos de esos principios que he notado aplican en aquellos casos excepcionales de personas que alcanzan la excelencia en su profesión, pero, más importante aún, logran mantenerse allí durante mucho tiempo. Como alguna vez le escuché decir a Luis Miguel, uno de mis artistas musicales favoritos, lo difícil no es alcanzar la cima, sino mantenerse allí.
Ahora, sepan que estos cinco principios son para alcanzar y sostener la excelencia, no tanto por ser los mejores en su campo, sino para perseguir su mejor versión posible, retarse continuamente y perdurar en el camino del crecimiento… consciente.
1. Mejora continua: el verdadero objetivo
Ser "el mejor" en algo o atener un resultado puntual no sólo es una meta efímera, sino que el logro, incluso si se alcanza, se diluye con el tiempo… por lo general, más rápido de lo que anticipábamos. Lo que verdaderamente define a los grandes no es la cúspide de su éxito, sino su compromiso con mejorar constantemente. La excelencia, en cualquier campo, no se trata de un destino fijo, sino de un viaje continuo.
El cerebro humano no está diseñado para "llegar" a un objetivo y detenerse. Estamos hechos para avanzar, para seguir buscando la mejora.
Y es ahí donde radica la verdadera satisfacción: en el camino de progresar un poco cada día, en lugar de enfocarse sólo en llegar a la meta final. Si el objetivo principal es mejorar continuamente, los logros irán llegando naturalmente.
2. Enfócate en el proceso, no en el resultado
De manera subsidiaria, la mejora continua demanda poner el foco en el proceso. Los resultados son importantes, claro está, pero lo que verdaderamente importa es cómo se llega a ellos.
Primero, establece metas claras. Luego, dedícale toda tu energía a las pequeñas acciones que te acercarán a ellas, en lugar de obsesionarte con el destino final. Si logras concentrarte plenamente en el presente y en los pasos del proceso, los resultados terminarán alcanzándote. O, incluso si no es así, verás que el remordimiento o frustración por no hacerlo será mínimo.
Es fácil distraerse, fantasear, con la idea de llegar a la cima (cuántas veces no nos dejamos ir pensando en lo que haríamos cuando estemos allí), pero es el proceso lo que construye la verdadera maestría.
La excelencia surge cuando pones el foco en lo que puedes controlar hoy, no en lo que podría pasar mañana.
3. La consistencia es más importante que la intensidad
Muchas personas piensan que la clave del éxito está en los grandes esfuerzos, en esos momentos épicos que parecen cambiarlo todo. Sin embargo, lo que realmente lleva a la excelencia es la consistencia, como nuestra entrada sobre el valor del interés compuesto bien lo ilustra.
Sí, claro que nos podemos ganar la lotería y “cortar el camino”, pero si no hemos hecho el trabajo previo, de preparación para ese momento, es muy poco probable, por no decir que imposible, que logremos sostenernos ahí.
Por eso la clave está en todos los días hacer el trabajo, sin importar qué tan pequeña sea la acción: eso es lo que te permitirá sostener grandes logros con el tiempo. Dicen que la disciplina es eso que hacemos cuando no lo queremos hacer; la consistencia demanda disciplina.
La intensidad puede generar resultados momentáneos, sí, pero sólo la consistencia, la disciplina, crea cambios duraderos y profundos. De nuevo, no se trata de brillar sólo un día, sino de tener la determinación de aparecer día tras día, de hacer el trabajo sin importar qué. Y eso, a largo plazo, es lo que lleva al éxito sostenido.
4. Simplifica y mantente enfocado en lo esencial
Uno de los errores más comunes es complicar en exceso el camino hacia la excelencia. La mayoría de las veces lo más difícil es hacer lo más simple. Una de las claves para sostener la excelencia está en mantener las cosas simples, en centrarse en lo que realmente importa y evitar distracciones innecesarias.
Esto no significa que el camino sea fácil, pero sí que hacer lo esencial de manera consistente y con intención es lo que verdaderamente marca la diferencia.
Evita las soluciones mágicas o los atajos. Lo que funciona son los fundamentos, los principios básicos, ejecutados una y otra vez, con precisión y dedicación.
5. El entorno te define: rodéate de personas que te impulsen
Nadie logra la grandeza solo. Las personas que te rodean influyen directamente en tu capacidad para mantenerte en el camino hacia la excelencia. Las emociones, los comportamientos y el rendimiento son contagiosos, y estar cerca de aquellos que te inspiran a mejorar es crucial.
No de gratis el popular adagio reza que somos el promedio de las personas con las que compartimos el 80% de nuestro tiempo.
Al final, los grandes logros no se recuerdan sólo por los éxitos individuales, sino por las relaciones que forjamos en el camino: por quienes nos ayudaron a llegar allá, a disfrutarlo, a soportarnos en los tropiezos, iluminarnos en la duda, consolarnos en la derrota, en fin.
Un entorno de apoyo y crecimiento mutuo es lo que te permitirá seguir avanzando, incluso en los momentos más difíciles. Por eso, rodéate de personas que te impulsen hacia adelante, no que te lastren, porque ellos, al final, no sólo serán una parte fundamental de tu éxito, sino que muy probablemente serán tu más grande éxito.
En efecto, uno de los hallazgos que más me sorprende del estudio Grant sobre la felicidad de la Universidad de Harvard, el más longevo (85 años) en su campo, es que cuando le preguntan a ganadores del Premio Nobel sobre sus mayores éxitos y alegrías en la vida siempre se refieren a sus relaciones personales, no a sus logros profesionales.
Epílogo: El camino hacia la excelencia
Alcanzar la excelencia es un reto, pero sostenerla es aún más desafiante. Estos principios no sólo aplican para los grandes atletas o empresarios, sino para cualquier persona que busque ser la mejor versión de sí misma.
Recuerda que no se trata de llegar a un destino final, sino de disfrutar el proceso, de mejorar cada día y de rodearte de las personas adecuadas. La excelencia no es un fin, es un camino que se construye paso a paso.
Vive y aprecia cada momento. Concéntrate en lo que está en tu control. Disfruta el proceso.
Un abrazo,
Carlos
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