¿Cómo conectar con las personas?
Te compartimos los secretos de Dale Carnegie para construir relaciones profundas y valiosas y ser un mejor líder.
Crecimiento en breve:
Cómo ganar amigos e influir sobre las personas de Dale Carnegie ofrece consejos atemporales para mejorar nuestras relaciones interpersonales: amistades, familiares, laborales y de pareja.
El libro explora técnicas para gestionar adecuadamente las relaciones humanas, convertirse en una persona agradable y persuadir a los demás.
Las enseñanzas de Carnegie nos ayudan a convertirnos en mejores comunicadores, líderes más efectivos y personas más empáticas.
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Esta entrada hace parte de nuestras series sobre emprendimiento y liderazgo e inteligencia emocional y está basada en el libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas de Dale Carnegie.
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Ahora sí, a lo que vinimos:
Si estás aquí, seguramente es porque, como nosotros, buscas permanentemente el crecimiento personal, para lo cual es fundamental la sensación de conexión con los que nos rodean; las relaciones interpersonales son críticas en nuestro proceso de crecimiento. Cómo ganar amigos e influir sobre las personas de Dale Carnegie, una obra seminal publicada en 1936, sigue siendo un faro de sabiduría en este ámbito. A pesar de su relativa antigüedad, sus enseñanzas parecieran estar más vigentes que nunca, aplicando a cualquier persona que busca mejorar sus habilidades sociales y construir relaciones más profundas… más sólidas.
Este libro no se trata de manipulación, sino de cultivar una actitud de empatía, respeto e interés genuino por los demás, es decir, ponernos en los zapatos de quienes nos rodean.
Carnegie nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras acciones y palabras impactan en los demás y nos ofrece herramientas prácticas para construir puentes en lugar de levantar muros.
Para abordar este tema, optaremos por explorar las ideas principales del libro, agrupándolas en las cuatro grandes secciones que lo componen.
Técnicas básicas para interactuar con los que te rodean
Imagina un mundo donde, en lugar de criticar y condenar, buscamos comprender. Donde en vez de señalar errores, ofrecemos un reconocimiento honesto y sincero. Esta es la premisa de la primera parte del libro de Carnegie. Nos invita a dejar de lado la crítica destructiva para enfocarnos en despertar en los otros el deseo de colaborar.
¿Cómo?
Primero, reconociendo que la crítica constante genera resentimiento y daña las relaciones. En lugar de enfocarnos en lo negativo, debemos buscar comprender las perspectivas de los demás y ofrecer soluciones constructivas. Segundo, ofreciendo un reconocimiento genuino a los logros y cualidades de quienes nos rodean.
Un elogio sincero puede motivar e inspirar a otros a alcanzar su máximo potencial.
Finalmente, para influir en los demás, no basta con presentar nuestras ideas, debemos conectar con sus deseos y necesidades. Encontrar puntos en común y presentar nuestras propuestas de manera que beneficien a todos los involucrados es clave para despertar ese deseo vehemente de colaborar.
Seis maneras de agradarle a la gente
¿Te has preguntado alguna vez cómo algunas personas parecen tener un don natural para conectar con los demás? Carnegie nos revela que no se trata de magia, sino de aplicar y trabajar en seis principios clave.
El primero, y quizás el más importante, es interesarse sinceramente por los demás. Escuchar con atención, hacer preguntas relevantes y demostrar empatía por sus experiencias son la base de cualquier relación auténtica. Seamos francos, si realmente no te interesa una conversación, ¿por qué perder el tiempo en esa interacción? A propósito, este principio también es la base para reconocer posibles amistades verdaderas.
Segundo, una sonrisa genuina es un imán para atraer a las personas. Transmite amabilidad, accesibilidad y crea un ambiente positivo. Como digo siempre:
Sonreir no nos cuesta nada, pero sí genera mucho valor a quien la recibe.
Tercero, recordar y usar el nombre de alguien al dirigirnos hacia esa persona demuestra que nos importa y que valoramos su individualidad. Puede parecer pequeño, pero preguntarle a la otra persona su nombre/apodo preferido o cómo les gustaría que nos dirigiéramos hacia ellos marca una gran diferencia.
Cuarto, ser un buen oyente, animando a los demás a hablar de sí mismos, es fundamental para construir relaciones sólidas.
Sobre esto último, un muy “buen amigo” de la casa, Simon Sinek, nos invita a ir un poco más allá: no basta con ser un buen oyente, especialmente en reuniones de equipo, hay que ser el último en hablar, demostrándole a los demás que sus ideas e intervenciones son valiosas.
Quinto, hablar de temas que interesan a la otra persona crea un terreno común y facilita la conversación. Permite conectar a través de experiencias compartidas y descubrir nuevas perspectivas.
Finalmente, hacer que la otra persona se sienta importante, y hacerlo sinceramente, fortalece la relación. Reconocer sus cualidades y logros, celebrar sus éxitos y apreciar sus aportes los hará sentirse valorados y apreciados.
Cómo persuadir a los demás
Convencer a otros no se trata de imponer nuestra voluntad, sino de construir puentes de entendimiento. Carnegie nos ofrece un mapa para navegar este terreno, empezando por la premisa de que la única forma de obtener lo mejor de una discusión es evitándola. Las discusiones rara vez conducen a soluciones constructivas. Sin embargo, si te encuentras en una, en lugar de buscar "ganarla", debes enfocarte en encontrar puntos en común y llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso.
Para ello, es crucial mostrar respeto por las opiniones ajenas, incluso si no estamos de acuerdo con ellas. Invalidar las opiniones de los demás genera resistencia, dificulta la comunicación y, en últimas, la persuasión. Debemos reconocer el valor de las diferentes perspectivas. Si estamos equivocados, admitirlo rápida y enfáticamente demuestra humildad y fortalece la confianza; permite avanzar en la conversación de manera más constructiva.
Un enfoque amable y acertivo facilita la comunicación y crea un ambiente más receptivo. Encontrar puntos en común y buscar acuerdos desde el principio de la conversación crea un clima de colaboración y facilita la aceptación de nuestras ideas.
Además, escuchar más de lo que hablamos nos permite comprender mejor las perspectivas de la otra persona y adaptar nuestro mensaje en consecuencia.
Algo que siempre recomiendo es comunicarle directamente a la otra persona los puntos en los que sí estamos de acuerdo. El no coincidir en lo fundamental no implica que estemos en desacuerdo con todos los argumentos que nos están presentando. Considero que identificar estos puntos de manera explícita nos permite adaptar nuestro discurso de una manera acertiva para que la otra persona entienda mejor nuestras tesis y argumentos.
Finalmente, guiar a la otra persona a través de preguntas y sugerencias para que llegue a la solución por sí misma aumenta la probabilidad de que acepte una idea y se sienta dueña de ella. Es como un balance entre encontrar puntos en común y ayudarle a la otra persona a llegar a nuestros argumentos por sus propios medios. En otras palabras: debemos ayudar al otro a ponerse e nuestros zapatos y evaluar si efectivamente llega a la misma solución o conclusión nuestra. Este proceso también nos ayuda bastante a abrir los ojos a otras alternativas que no hemos considerado.
Sé un líder: cómo cambiar a las personas sin ofenderlas ni despertar resentimientos
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