Amistados, no casados
Reivindicando el valor de las relaciones de amistad como pilares de la sociedad y de una vida plena en nuestros tiempos
Crecimiento en breve:
En una cultura que idealiza el amor romántico, es importante recordar que la amistad, basada en la autenticidad y el apoyo mutuo, puede ser una fuente de felicidad más profunda y duradera.
La amistad, a diferencia del amor romántico idealizado, se basa en la aceptación, el respeto y la libertad, ofreciendo un terreno fértil para el crecimiento personal y la construcción de una red de apoyo sólida.
Las amistades verdaderas, basadas en la reciprocidad, la igualdad y la compartición de la vida, son un pilar fundamental para una vida plena, independientemente de si tenemos o no una pareja romántica.
Anuncios parroquiales:
Esta entrada hace parte de nuestra serie sobre inteligencia emocional y está basada en múltiples entradas y podcast del experto en liderazgo Simon Sinek, así como en el libro Love Undetectable del filósofo y escritor Andrew Sullivan y en The Other Significant Others de la escritora Rhaina Cohen.
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Ahora sí, a lo que vinimos:
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Dicho esto, ahora sí, a lo que vinimos.
El fin de semana pasado revisábamos con Daniel las cifras de indexación de nuestra página en motores de búsqueda como Google. Como casi todas las semanas durante los últimos cuatro meses, el tema que sigue encabezando la lista de interés e impresiones es el de… amistades verdaderas. Más que cualquier discusión de salud, nutrición, deporte o liderazgo, las personas en nuestra región están deseosas de indagar más sobre el tema.
Una de nuestras hipótesis para explicar este fenómeno es que estamos atravesando una "crisis de amistad" revelada: la ausencia de conexiones profundas con las personas que nos rodean y, más aún, el uso laxo del término… cualquier persona con la que compartimos una experiencia es nuestra “amiga”; el denominado "amiguerismo", en el mejor de los casos. En el peor se trata sencillamente de la ausencia de interacciones genuinas con personas que podrían eventualmente convertirse en nuestros amigos. La adicción a las redes sociales y, más aún, a la gratificación instantánea que caracteriza nuestros tiempos, es casi la antítesis de las relaciones profundas.
¿Cuántas veces no han estado en una cena, en un encuentro con "amigos" y han prescindido por completo del uso del celular para estar verdaderamente presentes en el momento, dispuestos a conocer bien a esas personas… y a dejarse conocer?
Otra hipótesis, que está más arraigada en nuestros paradigmas sociales, en nuestras costumbres, tiene que ver con la creencia de que la única relación extrafamiliar que vale la pena buscar y cultivar es la de una pareja romántica. En palabras de la autora Rhoina Cohen, "esperamos mucho de nuestras parejas románticas y muy poco de nuestras amistades". Y son justamente esas bajas expectativas lo que nos lleva a descuidarnos en la construcción de nuestras amistades verdaderas… le delegamos todas nuestras necesidades emocionales a nuestra pareja.
Y es sobre esta última hipótesis que pondremos la lupa en esta entrada. Buscaremos reivindicar el valor de las amistades verdaderas, no con el objetivo de restarle importancia a las relaciones de pareja. Todo lo contrario, creemos que una relación de pareja en donde cada parte tiene una red de soporte robusta, conformada, entre otras, por sus amigos verdaderos, es mucho más saludable y duradera. Pero lo que sí queremos resaltar es que, para aquellos que por acción u omisión no tienen a esa "media mitad" en su vida, sepan que hay una vida, que puede ser igual o más plena, por delante; una que pueden fincar en sus relaciones de amistad, siempre y cuando las sepan cultivar de manera apropiada.
La amistad: un antídoto contra la ilusión del amor romántico
El amor romántico, diferente al amor real, tal como lo presenta nuestra cultura, es a menudo idealizado e irreal. Nos han enseñado que la felicidad depende de encontrar a nuestra "media naranja", de fusionarnos con otra persona en una unión perfecta; aquella que puede prácticamente leer nuestro pensamientos, anticipar nuestras acciones, completar nuestras oraciones… en fin, comprendernos mejor que nosotros mismos. Sin embargo, esta búsqueda útopica de la perfección tiende es a llevarnos a la decepción, a la frustración y al sufrimiento.
La amistad, en cambio, nos ofrece una conexión más realista y humana. No se basa en la idealización del otro, sino en la aceptación de sus virtudes y defectos. La amistad nos permite ser nosotros mismos, sin máscaras ni pretensiones. Aunque debo advertir que, como lo comentábamos en una de nuestras primeras entradas, el amor real también comparte estas características. Es más, las amistades verdaderas no son otra cosa sino una manifestación de amor.
Ahora bien, la amistad verdadera se construye con el tiempo, a través de experiencias compartidas, conversaciones profundas y momentos de vulnerabilidad. No es un estado pasivo, sino un acto de voluntad, una elección consciente de nutrir y cuidar la relación.
Reivindicando la amistad como pilar de la sociedad y de una vida plena
El filósofo y escritor Andrew Sullivan, al igual que Aristóteles milenios atrás, considera a la amistad como un pilar fundamental de la sociedad y del florecimiento humano; es un ingrediente esencial para una vida plena. Sin embargo, como ya comentábamos, en nuestra cultura actual, el amor romántico ha eclipsado en gran medida el valor de la amistad. Y para enaltecerla de vuelta, es necesario dar cuenta de sus atributos y, valga la redundancia, de su valor.