¿Cómo tener una vida más feliz, según la ciencia?
Lecciones de uno de los estudios sobre felicidad a nivel mundial más grandes en curso.
Crecimiento en breve:
Es mejor buscar ser más feliz, con los altos y bajos que ello trae, que buscar alcanzar la felicidad como un estado único, absoluto e inmutable.
La calidad de tus relaciones personales, familia y amigos, es mejor predictor de la felicidad al final de la vida que el dinero, los títulos educativos o laborales y las posesiones materiales.
Estar más presente y ser más consciente, particularmente disponiendo de menos tiempo para el celular (redes sociales) y más para las personas que nos rodean, es particularmente útil para incrementar la felicidad, especialmente entre los jóvenes.
Anuncios parroquiales:
Esta entrada hace parte de nuestra serie sobre inteligencia emocional y está basada en el Informe Mundial de Felicidad 2024 de las Naciones Unidas y la Universidad de Oxford, así como en los libros del periodista y autor Michael Easter y el profesor de felicidad de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, Arthur Brooks.
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Ahora sí, a lo que vinimos:
La búsqueda de la felicidad es, sin duda alguna, uno de los principales, sino es que el principal, motivador en la vida de la mayoría de los seres humanos. Como decía Santo Tomás de Aquino, todo lo que hacemos, en últimas, es para ser más felices... aún cuando no estemos tan seguros de qué engloba este concepto.
En efecto, al igual que el amor y la amistad, la felicidad es un concepto lleno profundidad y matices. Psicólogos, psiquiatras y académicos tienen dificultad en definir con precisión este concepto tan preciado. Algunos dicen que es un estado, otros que un proceso.
Nosotros, en particular, nos sentimos fuertemente atraídos por la definición tripartita que nos ofrece el profesor en felicidad de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, Arthur Brooks. Para él, dentro de su experiencia y décadas de investigación, la felicidad está compuesta por: propósito, satisfacción y disfrute.
Si bien próximamente tendremos entradas enteras dedicadas a explorar esta aproximación, por lo pronto, basta con decir que una de las implicaciones de esta definición de felicidad es que el fin último no pasa por alcanzar un estado, un punto específico. No. El fin último es la mejora continua, el crecimiento... es ser más feliz.
Y lo traemos a colación porque, justamente, este es uno de los principales hallazgos del recientemente publicado Informe Mundial de Felicidad 2024, elaborado por, entre muchas otras, la Organización para las Naciones Unidas (ONU) y la Universidad de Oxford.
Se trata de un estudio que se publica anualmente desde hace más de diez años y que busca, de una manera "científica", investigar qué conduce a la felicidad a lo largo de más de 140 países del mundo, cómo ha venido cambiando esta percepción de felicidad en el tiempo y, más importante aún, qué podemos hacer para ser más felices.
Para ello, construyen lo que denominan como un índice de felicidad para cada uno de los países estudiados, el cual está compuesto por los siguientes factores:
PIB promedio por habitante, una aproximación al ingreso que tiene cada habitante dentro de un país.
Apoyo social, construido a partir de la respuesta de los encuestados de cada país a la pregunta "si estuviera en problemas, ¿tiene parientes, amigos o allegados a los que pueda acudir cuando los necesite, o no?"
Expectativa de vida saludable al nacer.
Libertad para tomar decisiones de vida, que se corresponde con la respuesta a la pregunta de "¿está usted satisfecho o insatisfecho con su libertad para elegir lo que hace en la vida?"
Generosidad, que se aproxima a partir de la cantidad de gente que reportó haber donado dinero a una fundación u obra de caridad durante el último mes.
Percepción de corrupción, también elaborada a partir de respuestas a preguntas concretas relacionadas con la corrupción pública y privada al interior de cada país.
Como salta a la vista, esta medición está lejos de acercarse a aquellas más sofisticadas y personales, como la que sugiere Arthur Brooks, aún cuando buena parte de las variables consideradas parten de la percepción personal. Sin embargo, con todo y sus potenciales problemas metodológicos (asociados justamente con esa evaluación subjetiva de sus condiciones), y al margen del país en el que vivamos, este informe, y más visto en conjunto con los que lo preceden, nos deja lecciones muy poderosas que, seguramente, serán de gran utilidad para la mayoría de nosotros sobre cómo tener una vida más feliz.
La importancia de la infancia
Antes de profundizar en los principales hallazgos del informe, enfocados a jóvenes y adultos, quisiera primero compartir una de las lecciones más poderosas allí contenidas:
El mejor predictor de la satisfacción/felicidad durante la vida adulta es la percepción subjetiva de bienestar y salud emocional durante la infancia.
En otras palabras, para aquellos que tienen niños a su alrededor, bien sea por su rol como padres, hermanos, primos, profesores, cuidadores o allegados, es importante que sean muy conscientes del poder que tiene su actuar sobre la vida entera de una persona. Usen ese poder de manera responsable, promoviendo un ambiente generoso, compasivo y amoroso, pero con suficiente dureza y oportunidades de autodescubrimiento y crecimiento, de modo que ese niño hoy tenga mayores probabilidades de ser un adulto feliz mañana.
Ya vendrán entradas detallando más este tema. Por ahora, procedamos a examinar los principales hallazgos sobre la felicidad que nos dejan estos informes.
Construye y preserva amistades verdaderas
No es un secreto para nadie que la percepción de soledad está en aumento y, menos aún, que las interacciones físicas con otras personas pueden ayudar a atenuarla.
Las estrategias propuestas por diversos artículos de prensa o videos motivacionales para atacar este problema pasan por adoptar una actitud positiva ante la vida, trabajar en lugares que impliquen interacción física con otros, ir a eventos sociales o unirse a un club deportivo, como un equipo de triatlón. Incluso sugieren hablar con extraños en la calle.
Y quizás estas estrategias sean útiles y loables, especialmente en el corto plazo, pero lo que sugieren estos informes de felicidad, muy en línea con nuestra entrada sobre amistades verdaderas, es que sentir que tenemos a nuestro alrededor a personas que genuinamente nos apoyan, es fundamental para ser más feliz.
Esto explica en parte por qué, en promedio, el estudio encontró que los adultos mayores son más felices que los jóvenes. Según el informe, sin importar la región del mundo, aquellos integrantes de la generación "boomer" (nacidos entre 1946 y 1964), se sienten más apoyados socialmente y menos solos que aquellos en las generaciones más jóvenes, incluso a pesar de haber reportado tener interacciones "reales" menos frecuentes.
Por supuesto que las interacciones sociales positivas con cualquiera, al margen del grado de profundidad, reducen la soledad y, consigo, aumentan la percepción de felicidad. En ese sentido, los invitamos a propiciarlas más a menudo.
Sin embargo, así como Michael Easter lo sugiere en su libro Scarcity Brain, y el Informe de Felicidad pareciera validar, creemos que vale más tener sólo un amigo verdadero, que realmente te importe y en quien puedas confiar y ser vulnerable plenamente, que un millón de amigos mediocres.
Dicho de otra manera, ser amiguero no pareciera hacer parte de la receta para ser más feliz.
Sé generoso: ayuda a los demás
El informe muestra consistentemente que si ayudas a alguien más, tu percepción de felicidad incrementa.
Sin embargo, no todo tipo de ayuda es igual. La entrega de 2019 del informe encontró que derivamos la mayor felicidad cuando la forma en que ayudamos a otros cumple con los siguientes criterios:
Nos sentimos libres de elegir si ayudamos o cómo ayudamos (no obligados a hacerlo, bien sea por presión social o por sensación de culpa).
Nos sentimos conectados y nos importa a quién estamos ayudando.
Podemos constatar que nuestra ayuda está haciendo una diferencia.
Sé más consciente y procura estar más presente: menos celular
El informe encontró que en aquellos países en donde más había incrementado el uso de celulares entre la población joven, más disminuyó su percepción de felicidad en los últimos años.
Este hallazgo va en línea con la tesis central del último libro del profesor Jonathan Haidt, La Generación Ansiosa, en donde detalla cómo la exposición temprana de las nuevas generaciones a los teléfonos inteligentes y, en particular, a las redes sociales, ha sido un determinante significativo en el incremento en las tasas de ansiedad, depresión y suicidio que han exhibido estos grupos etáreos en los últimos años.
Los teléfonos inteligentes son herramientas con mucho potencial positivo y negativo y, por ello, es el cómo los usamos lo que determinará su impacto en nosotros.
Sin embargo, lástimosamente no sólo los jóvenes, y no sólo en Estados Unidos o Europa, sino también en América Latina, pareciéramos estar empeñados en usarlos en contravía de nuestra felicidad. Cada vez recurrimos más a ellos como fuente de estímulo pasajero, o gratificación instantánea, muchas veces buscando escapar de nuestras responsabilidades emocionales, no sólo con los demás sino, más importante, con nosotros mismos.
El Informe de Felicidad, así como las publicaciones de los profesores Haidt y Brooks son contundentes en concluir que vivir una vida más presente, más consciente, preferiblemente limitando el uso del celular para aquellas actividades que nos resulten productivas (como leer y compartir Crecimiento Consciente 😄), está altamente asociado con una vida más feliz.
Principios por sobre dinero y posesiones
Así como con los estímulos efímeros que derivamos de nuestras recurrentes interacciones a través del celular, cuando no nos sentimos bien anímicamente (si se quiere desdichados) es usualmente porque estamos haciendo gastando nuestro tiempo en actividades que proporcionan una dosis pasajera de euforia (erróneamente confundida con felicidad), pero que, en últimas, nos distraen de esos elementos estructurales que nos hacen más felices en el largo plazo.
Por ejemplo, a menudo pensamos que un salario, un ascenso, un carro, un apartamento, un porcentaje específico de grasa corporal o conseguir un título académico finalmente nos hará felices... "estoy esperando a ganar X cantidad de dinero al mes para poder estar tranquilo, ser buen esposo, buen padre, buen hijo y buen ser humano... para ser feliz".
Sin embargo, la realidad es que una vez que obtenemos eso que anhelamos, la alegría se desvanece rápidamente y comenzamos a buscar la siguiente cosa que creemos nos entregará la felicidad permanente. Repetimos ese ciclo hasta el final de nuestras vidas. Es un círculo vicioso de escasez de felicidad.
En otras palabras, si con las posesiones materiales y el dinero del que dispones hoy (suponiendo que te es suficiente para darte una vida relativamente cómoda) no eres feliz, dificílmente con más dinero o posesiones materiales lo serás.
El Informe Mundial de la Felicidad 2013 señala que la forma en que pensamos sobre la felicidad ha mutado con el tiempo. Si bien nuestra sociedad moderna pareciera priorizar la búsqueda de esos elementos materiales, más superficiales, en la antiguedad el panorama era más bien (bastante) distinto.
En las grandes tradiciones premodernas la visión sobre la felicidad, ya sea del budismo en Oriente, el aristotelismo en Occidente o, en general, de las principales tradiciones religiosas, no pasaba por las condiciones materiales del individuo (riqueza, pobreza, salud, enfermedad) sino por su carácter moral; por sus principios. Aristóteles hablaba de la virtud como la clave para la "eudaimonía", que bien podría ser traducida como prosperidad, plenitud o felicidad. Sin embargo, esa tradición casi que se perdió en la era moderna, tras la Revolución Industrial, cuando la felicidad pasó a asociarse con condiciones materiales, especialmente ingresos y consumo.
El Informe de Felicidad nos hace una invitación a arraigar nuevamente el foco de nuestras acciones en esos principios, esos códigos de conducta que nos conectan más con nosotros mismos y con la sociedad como medio para alcanzar una vida más feliz.
No persigas la felicidad
En la literatura sobre felicidad, son varios los estudios que, como el Informe de Felicidad, han documentado la existencia de la denominada paradoja de la felicidad: conforme los países incrementan su nivel de desarrollo económico, la percepción subjetiva de felicidad de sus ciudadanos cae.
Si bien hay problemas metodológicos en las encuestas que soportan estos estudios que pueden llegar a explicar esta aparente contradicción, Eric Weiner, un reputado autor y periodista del New York Times, que ha explorado este tema extensamente, asocia este fenómeno al incremento, más que proporcional, de las expectativas de los ciudadanos respecto del aumento en el nivel de desarrollo económico del país.
La cuasi ubicuidad de las redes sociales ha exacerbado y esparcido este problema, incluso a países que no pueden ofrecer condiciones materiales de vida dignas al grueso de su población. Las redes sociales nos han dado acceso sin precedentes a los lujos, excentricidades, bienestar y aparente "felicidad" de personas que quizás jamás llegaremos a cruzarnos en físico. Hacemos parte de una competencia por mostrar quién tiene una mejor vida... una competencia que no hace más que incrementar nuestras expectativas respecto de lo que una vida bien vivida contiene.
Y, en efecto, la investigacion de Weiner, entre muchas otras, encontró que, entre más altas son nuestras expectativas, menor será nuestra felicidad. Por supuesto que, como veíamos antes, buena parte de este problema pasa por depositar nuestras esperanzas sobre una vida más feliz en posesiones materiales, pero, si a eso le añadimos la búsqueda de unos estándares económicos virtualmente inalcanzables, estamos condenados a vivir desdichados.
Más importante, debemos recordar que los humanos no evolucionamos para ser felices.
A medida que evolucionamos, la felicidad permanente habría llevado a la extinción de la especie. Si los primeros humanos hubieran estado totalmente satisfechos con su situación, habríamos dejado de luchar por la supervivencia y preservación de la especie.
Desde un punto de vista biológico, como nota Michael Easter, un estado de felicidad absoluta debe ser castigado por la naturaleza pues ello baja nuestra guardia contra posibles amenazas a nuestra supervivencia. Claro, lo opuesto también aplica: niveles excesivos de estrés, en permanente modo de supervivencia, son insostenibles para nuestra preservación. A riesgo de rayar con el cliché, se trata de encontrar el adecuado balance entre la búsqueda de la felicidad y la incomodidad que nos guía y protege en el camino.
Bajo este entendido, podríamos decir que buscar la felicidad como punto de llegada es contra naturam, condenada por años de evolución a fracasar. Es mejor optar por ser más feliz, aceptando los altos y bajos que el proceso pueda traer.
Píldoras de crecimiento: estrategias para ser más feliz
Ya teniendo un marco de referencia claro sobre cuáles son esos grandes factores que determinan una vida más feliz, queremos compartirte un puñado de estrategias concretas que puedes emplear en tu día a día para trabajar en una vida más feliz:
Cultiva amistades verdaderas
En nuestra entrada sobre amistades verdaderas encontrarás material valioso para identificar a tus amigos reales y, mejor aún, herramientas para trabajar en cultivar y preservar esas amistades. Como todo lo bueno, este tipo de relaciones requieren de esfuerzo y dedicación a largo plazo.
Al margen de las recomendaciones puntuales que allá encontrarás, te compartimos algunos de los elementos más valiosos que caracterizan a este tipo de amistades:
Sé abierto y honesto, sin preocuparte por cómo te percibe la otra persona. Si no puedes ser transparente y vulnerable con esa otra persona, no es una amistad real.
Muestra tu apoyo. Responde a la llamada o al mensaje de esa persona. Aplica la regla de "no se llora solo" de Simon Sinek. Ayúdale a celebrar en los buenos momentos y a pasar el duelo en los malos. Sé generoso y compasivo.
Enfréntense a desafíos juntos. Pasar por dificultades con otros, ya sean orgánicas o fabricadas, puede construir confianza y lazos (de ahí que los clubes deportivos tiendan a ser manantiales de amistades).
Ayuda a los demás
Donar dinero a la caridad es una noble causa que, si tenemos lo medios, todos deberíamos hacer. Sin embargo, informes como el de felicidad sugieren que ayudar a otros en persona nos es más provechoso. Este estudio, por ejemplo, encontró que hacer voluntariados, en comparación con las donaciones a obras de caridad, tiene una asociación ligeramente más fuerte con nuestro bienestar psicológico.
¿Con qué frecuencia deberías ayudar? La regla de ayudar a otros una vez al mes pareciera ser una buena guía: en este estudio, las personas que participaron en voluntariados una vez al mes percibieron los mayores incrementos no sólo en su felicidad sino en su salud también.
Menos celular
Usar la tecnología moderna, como nuestros teléfonos inteligentes, de manera que nos ayude a ser más felices no siempre es fácil pues las aplicaciones que nos perjudican están diseñadas para ofrecer estímulos y placer a corto plazo.
Usarlas menos requiere de un esfuerzo considerable; tal como lo es dejar cualquier comportamiento adictivo. Sin embargo, el costo en el corto plazo seguramente valdrá la pena: experimentarás síndrome de abstinencia, pero, eventualmente, tu vida mejorará dada la menor fuente de ansiedad, la mayor interacción en físico con las personas que te rodean y las menores expectativas.
En particular, para facilitar este proceso, te recomendamos usar ClearSpace, una aplicación que limita tu uso diario de determinadas aplicaciones en tu teléfono inteligente, dándote alternativas "saludables" y "productivas" cada vez que sientas la tentación de "recaer". En lo personal, creo que los cambios graduales son los que llevan a resultados sostenibles en el largo plazo, y por eso opto por soluciones como las que provee ClearSpace, pero si eres de los que requiere de cambios drásticos para romper o generar hábitos, puedes probar eliminando de tu celular las aplicaciones que más daño te hacen; una a la vez, preferiblemente.
Principios por sobre dinero y posesiones
Un cierto nivel de ingresos, posesiones y respeto de los demás es necesario para ser más felices. No sólo requerimos de un mínimo de condiciones materiales para tener una vida digna, sino que estamos programados evolutivamente para buscar la aprobación social.
Pero una vez que alcanzamos estos mínimos, entramos en lo que los economistas denominan rendimientos marginales decrecientes: cada aumento en el salario, cada prenda adicional nos darán menor satisfacción que la anterior.
El Informe de Felicidad de 2013 propone cuatro valores básicos que podemos priorizar por sobre las aspiraciones materiales para tener una vida más feliz:
Sé amable y generoso con los demás y con el medio ambiente;
Sé honesto, justo y confiable;
Respeta y reconoce a los demás y sus creencias. Es decir, ten una mente abierta, no prejuzgues ni discrimines a los demás;
Ayuda a los demás: una ola que crece hace subir a todos los barcos, empezando por el tuyo.
En resumidas cuentas, procura regirte por la Regla de Oro: trata a los demás como desearías ser tratado.
No persigas la felicidad
Por último, Daniel y yo somos más felices cuando complementamos las anteriores recomendaciones con la aplicación de estas reglas de vida:
Considerar la felicidad no como un destino, sino como un promedio móvil de nuestro comportamiento: la vida tiene sus altos y bajos, aprende a no enfrascarte en los pequeños errores, pero, sobre todo, a celebrar las pequeñas victorias. En el largo plazo, esto te permitirá disfrutar más el proceso de crecimiento y te llevará por un sendero de mayor felicidad.
No tomarnos tan en serio. Nadie es imprescindible en la vida. Procura no tomarte a pecho lo que los demás dicen o hacen, pues lo más probable es que estén actuando desde sus prioridades y motivaciones, que nada tienen que ver contigo. Trabaja en apaciguar esa sensación de ser juzgado permanentemente por los demás. Por lo general, los problemas a los que te enfrentas son mucho más grandes en tu cabeza de lo que lo son en la práctica... en otras palabras, no armes tormentas en vasos de agua.
Vive y aprecia cada momento. Concéntrate en lo que está en tu control. Disfruta el proceso.
Un abrazo,
Carlos