Relojes inteligentes y monitores de actividad física
¿Más datos, más movimiento? Lo que dice la evidencia sobre su efectividad en la promoción de un estilo de vida más activo físicamente
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La entrada:
Pasada la primera quincena de febrero, ya está más bien trillado seguir aludiendo al inicio del año y la búsqueda de un estilo de vida más saludable como excusa para los temas que abordamos en este tipo de entradas. Lo admito. Por eso diré que lo que motiva la de hoy es que, durante este mes largo, he observado a varios amigos y conocidos adquirir relojes inteligentes o monitores de actividad física (bandas como Whoop o anillos como Oura, por ejemplo) con la esperanza de que estos les sirvan como tecnologías de compromiso para alcanzar su resolución de ser más activos físicamente.
En el papel, el raciocinio es bastante intuitivo. De manera similar a como contar calorías puede ser útil para gestionar la ingesta energética y la composición corporal, medir los niveles de actividad física debería acercarnos más a nuestras metas en materia de movimiento y ejercicio. Como reza el adagio, lo que no se mide, no se mejora.
Sin embargo, ¿qué tan bien resiste esta hipótesis al escrutinio de la evidencia científica? ¿Vale la pena hacer esa inversión económica y esa asignación de ancho de banda mental a estos dispositivos? Ese, ahora sí, es el propósito de la entrada de hoy.
¿Realmente funcionan?
Que los dispositivos de monitoreo de actividad física pueden aumentar nuestros niveles de movimiento diarios parece ser, en líneas generales, una afirmación respaldada por la literatura científica.
Una revisión sistemática y meta-análisis al respecto encontró que el uso de estos dispositivos incrementa la cantidad de pasos diarios y el movimiento en general, particularmente en adultos mayores. De manera similar, otro meta-análisis concluyó que quienes usan estos dispositivos tienden a acumular más minutos de actividad física moderada a vigorosa a la semana, aunque el impacto sobre la actividad de baja intensidad y las actitudes sedentarias no parece ser tan claro.
En entornos clínicos, su potencial pareciera ser más notable. Pacientes hospitalizados que usan monitores de actividad han demostrado mayores niveles de movimiento en comparación con quienes reciben atención habitual sin estos dispositivos. Sin embargo, su efectividad no es homogénea: parecen ser más beneficiosos para ciertos grupos demográficos, como adultos mayores o personas con menos comorbilidades, mientras que en poblaciones más jóvenes y ya activas, el efecto marginal puede ser menor.
Naturalmente, más allá de simplemente aumentar la cantidad de pasos diarios, algunos estudios han encontrado que el uso de estos dispositivos deriva en mejoras en el estado físico general y, cuando se combinan con asesoría externa o coaching virtual, incluso a reducciones en el índice de masa corporal y en el porcentaje de grasa corporal.
Ahora, hay que decir que en el ámbito del bienestar mental, los hallazgos son más bien mixtos: mientras algunos de estos estudios sugieren que pueden motivar cambios positivos, otros no han encontrado mejoras significativas en la salud mental de los usuarios.
Así, la evidencia parece coincidir en que los monitores de actividad pueden ser herramientas útiles para aumentar los niveles de movimiento en el corto plazo, pero su impacto está condicionado por el contexto y las estrategias de implementación. Más aún, como ya veremos, su simple uso, sin un sistema de soporte o intervención adicional, pareciera ser insuficiente para sostener cambios a largo plazo.
Adherencia a largo plazo
Una cosa es un incremento temporal en los niveles de actividad física y otra muy distinta desarrollar y mantener el hábito en el tiempo.
Ensayos clínicos con seguimientos prolongados muestran que, si bien las mejoras en movimiento pueden sostenerse con apoyo profesional o asesoramiento periódico, el uso autónomo del dispositivo no es sinónimo de adherencia en el largo plazo.
Por ejemplo, en un estudio con seguimiento a 12 meses, aquellos que combinaron el uso del reloj con asesoramiento telefónico o virtual lograron sostener sus niveles de actividad física, mientras que quienes lo usaron sin acompañamiento experimentaron un declive progresivo en sus tasas de adherencia. Otra investigación que extendió el monitoreo a dos años encontró que, después de una intervención intensiva de 12 semanas, los niveles de uso y de actividad física tendieron a caer, salvo en aquellos que recibieron una estrategia de refuerzo externo más intensa.
En poblaciones que ya llevan un estilo de vida activo, la utilidad del reloj o monitor parece depender más de la personalidad del usuario. Mientras algunos pueden encontrarlo motivador, otros pueden terminar ignorándolo o, peor aún, frustrándose por la necesidad de registrarlo todo y de sentir la presión de alcanzar un número determinado.
En definitiva, aunque los monitores de actividad pueden ser una herramienta poderosa para fomentar el movimiento en el corto plazo, su éxito a largo plazo depende en gran medida de cómo se utilicen y de qué otros factores los acompañen/suplementen.
¿Son realmente precisos?
Aunque bien podría ser un tema aparte, no viene de más hablar sobre la precisión de estos dispositivos.
En lo que respecta a pasos, varios estudios sugieren que los relojes inteligentes son razonablemente precisos en condiciones normales. Algunos dispositivos han mostrado un margen de error inferior al 20% en entornos controlados, mientras que otros pueden superar este umbral en diversas circunstancias, como a velocidades muy bajas o altas de caminata o trote y en actividades no estructuradas.
Para la medición de la frecuencia cardíaca, el Apple Watch pareciera ser de las opciones más confiables, con un margen de error inferior al 10%. Por su parte, modelos recientes del Fitbit de Google han mostrado una tendencia a subestimar la frecuencia cardíaca en reposo, con desviaciones cercanas a los 3 latidos por minuto.
Al margen de estas diferencias, en términos generales, la precisión de la mayoría de dispositivos es aceptable para un uso recreativo y de salud general; para rendimiento deportivo es otra historia… sobre la cual escribiremos más adelante.
Epílogo: ¿Vale la pena la inversión?
Como hemos documentado en esta entrada, los monitores de actividad pueden ser herramientas valiosas para incrementar nuestros niveles de movimiento, especialmente en el corto plazo. Si bien su efectividad es mayor cuando están acompañados de estrategias de refuerzo, como recordatorios personalizados o intervenciones de entrenadores o asistentes virtuales, parecieran ser útiles para promover la actividad física no asociada al ejercicio (NEAT, por sus siglas en inglés), que, como hemos mencionado en otras entradas, es una de las estrategias más costo-efectivas para incrementar nuestra longevidad.
Dicho esto, de ninguna manera un reloj inteligente es un requisito indispensable para desarrollar y mantener un estilo de vida activo. Basta con mirar la experiencia de nuestros antepasados más recientes. Todos conocemos a alguien mayor de 50 años que goza de una excelente condición física sin haber recurrido a un monitor de actividad. O el caso de los Hadza, una de las últimas sociedades de cazadores-recolectores en el mundo, quienes, en un entorno de abstinencia digital, mantienen niveles de movilidad y vitalidad que humillarían a la mayoría de nosotros.
No es la herramienta en sí lo que define el éxito, sino cómo la usamos. Si un monitor de actividad nos ayuda a reforzar hábitos positivos y mantenernos enfocados en nuestra meta de movimiento, entonces bienvenido sea. Pero si se convierte en una distracción más, si acentúa esa obsesión por la optimización o, peor aún, se torna en un motivo de frustración, quizás sea mejor optar por estrategias más simples.
Después de todo, como decía Marco Aurelio, gran referente de esta casa, “el alma se tiñe del color de sus pensamientos”. No importa cuántas estadísticas registre nuestro reloj, si no estamos dispuestos a cambiar nuestra mentalidad y hacer del movimiento una parte natural de nuestra vida, ninguna métrica podrá hacerlo por nosotros.
Vive y aprecia cada momento. Concéntrate en lo que está en tu control. Disfruta el proceso.
Un abrazo,
Carlos
*Esta entrada hace parte de nuestros pilares sobre deporte y rendimiento y salud y nutrición y está basada en múltiples artículos académicos, así como en escritos, podcasts y libros de, entre otros, los doctores Peter Attia, Layne Norton, Andrew Huberman y Andy Galpin.
**Advertencia: el contenido aquí proporcionado tiene únicamente propósitos informativos. Esta entrada no pretende reemplazar el consejo médico profesional, el proceso de diagnóstico o el tratamiento de ninguna enfermedad. Los invitamos a consultar la opinión de sus médicos antes de tomar cualquier decisión sobre su salud.